23/7/08

A ver si sirve para lo que planteó Eugenia (la chuge)

Atracción y educación - una pedagogía a lo Sharon Stone
por Estanislao Antelo

¿Cómo hacer que mis clases sean más atractivas?

Esta pregunta me fue formulada electrónicamente hace unos meses. No ha dejado de perseguirme. La misma es cercana a otra que me hiciera una alumna también hace unos meses ¿Cómo se deja de pensar lo que se piensa?Si hemos de ser sinceros, estas dos preguntas apuntan al centro de nuestro oficio de educadores y es por eso que se repiten de diversas formas. ¿A dónde van las cosas que damos? De eso se trata.Nosotros, atentos, dedicamos nuestro tiempo singular a calmar la vorágine que desatan estas preguntas, su amotinamiento. Motivar, interesar, despertar, a los otros. La industria de la motivación y el interés nos ha ocupado vanamente ya demasiado tiempo. Es claro que partimos, como he señalado en otra nota de esta columna, de un diagnóstico que considero equivocado: los alumnos están desmotivados, desinteresados, dormidos, apáticos, abúlicos, aburridos, etc. Esto es a mi entender, inútil. Estimo que es posible cambiar los rumbos si cambiamos el terreno en que las preguntas y los reclamos que nos hacen, se constituyen.
Veamos:En primer lugar ¿cómo hacer que mis clases sean más atractivas? La pregunta señala -por más distraído que uno trate de estar- una relación que pocas veces ha sido tomada seriamente. Atracción y aprendizaje. La sola mención del verbo atraer (traer hacia si//hacer venir a un lugar// captar la voluntad) habilita a pensar la siguiente hipótesis: El aprendizaje es del orden de la atracción. De la atracción fatal, me animaría a decir. Quiero argumentar que la fatalidad del aprendizaje remite a lo siguiente: solo podemos dar cuenta del aprendizaje una vez que ha sucedido. Como en el llamado amor. Tomo prestada aquí una idea de un Filósofo que recomiendo recorrer -obvio que por su particular atractivo-. Se llama Slavoj Zizek y habla en un momento de la paradoja de entender al amor como libre elección. Dice Zizek que el amor es una libre elección. Nadie puede obligar a otro a enamorarse. Pero tan libre es la elección que si uno se dispone a salir a la calle libremente a cometer tal cosa, sabemos que, libremente, fracasa. Solo sabemos de eso -del amor- una vez que ha sucedido y no antes. Siempre, podríamos decir, es demasiado tarde. Otro tanto ocurre con el aprendizaje ya que es claro que no podemos planificarlo con exactitud. ¿Cómo podemos planificar la atracción?, ¿Cómo saber de aquello que no ha sucedido aún? No se sigue sin embargo que debamos abandonar nuestra ilusión de producir efectos. Sabemos que la imposibilidad de un objeto no elimina su necesidad. Solo se trata de aceptar, con educativo entusiasmo, que el tiempo del aprendizaje es otro. Porque en verdad, en las cosas que tienen que ver con el aprendizaje siempre se trata de otra cosa.Lo mismo acontece con la otra pregunta: ¿Cómo se deja de pensar lo que se piensa? Solo podemos argumentar sobre las causas que nos han permitido mudar de convicción, una vez que efectivamente pensamos otra cosa. O quizás deberíamos decir, una vez que creemos en otra cosa. Y la creencia es eso: una atracción aprendida fatalmente.
La fatalidad del aprendizaje atractivo no es sin embargo fatalismo. No se trata de ningún tipo de determinismo sino del carácter inevitable de aquello que una vez ha sucedido. El carácter inexorable del aprendizaje tampoco remite a un destino ya escrito en el cielo. Ni determinismo ni desazón: los cuerpos como las ideas mudan de lugar. Solo se trata de que es posible reconocer aquello que causa el aprendizaje, sólo por sus efectos.Atracción es lo que hay. Pero atracción no es atracción sólo por lo bueno y lo bello. Traer para si, captar y hacer venir. ¿Qué? ¿Cómo saberlo? ¿Cómo saber si nuestra clase despertará, interesará, motivará sin que esto haya sucedido aun? ¿Qué contenido acaso lleva en sí, su ser atractivo?Entonces, una pedagogía Sharon Stone, es aquella que da cuenta de su efecto una vez que este se ha producido. Veremos a aquellos que preferirán llamarla con razón, pedagogía a lo Teresa de Calcuta. La fatalidad atractiva del aprendizaje no debería ser asunto de preocupación. Quizás nos permita llevarnos mejor con nuestro fracaso que como todo el mundo sabe es en rigor un éxito. Si pudiéramos planificar las atracciones, los intereses, los gustos y disgustos, esto no sería un mundo. Lo cierto es que aprendemos, pensamos en cosas distintas y aquí estamos. ¿Y que hacemos mientras tanto?La solución –me decía otro alumno- está en la forma en que el docente aborda la materia. Abordar según el diccionario es entre otras cosas, acercarse a alguien para hablarle. Emprender un asunto difícil. Tomar puerto. Llegar a una costa. Atracar. Correcto. Eso es educar. Dejemos que los vientos hagan su tarea. Mejoremos nuestros barcos y nuestras velas. Por último, no está mal que nos acerquemos a algunos, para hablarles. Acercarles una enseñanza. La idea me evoca un mundo de acercamientos y distanciamientos. Estimo que es una buena forma de comenzar.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

La atracción que plantea Antelo, está en el aula. Nuestra libertad está en el aula. No en el pasillo, ni en dirección, ni en la "temida" inspección. Vamos a hacernos cargo del pizarrón y démosle sentido al esfuerzo.
Besos
Luchi

pachi pasquare dijo...

Y si los vientos soplan para el lugar al que no quiero ir? Y si mis convicciones no se condicen con el norte? Debo relucir mi vela?
debo sacar los remos y desviarme?
Volvemos a lo mismo, si no estoy políticamente de acuerdo con el punto de partida, debo salir a navegar? O tengo que soplar hasta dar vuelta el viento.
El oceano por momentos es muy grande y mi barquito una hormiguita, pero trabajadora...

Anónimo dijo...

Hablan de educación y después de que no van a empezar las clases,
quien los entiende a ustedes???

Ever

Anónimo dijo...

Volvé a la escuela Ever, no seas burro!
Luchi

Anónimo dijo...

ever, ever.... para todos la luz, para todos todos.

sólo esa es la intención.

saludos.

Rally

Anónimo dijo...

Fui invitada a visitar el espacio y aquí estoy. Todo esto que encuentro me parece muuy lindo.
Leyendo y leyendo aquí me detuve, este fue uno de los artículos que más me gustó.
Se me ocurre citar una reflexión de Susana Brignoni (psicoanalista) que tiene que ver con el papel que nos toca desempeñar a los educadores escolares por estos tiempos. “El encargo” que nos toca.
“Al educador (…) le cabe tener presente que él es un modelo para el niño y el adolescente” y se le pide que para que este modelo opere establezca vínculos afectivos y de confianza con los niños” a partir de un trabajo centrado en la promoción de la educación en valores”. Los valores a promocionar retoman a mi entender una lógica moralizante de la que supuestamente la profesionalización iba a separar al sistema de protección. Los valores a trabajar son múltiples y diversos: la libertad, la convivencia, la justicia, el pluralismo, el respeto y tienen como finalidad el que estos niños puedan “crecer como personas” (con lo que implícitamente se insinúa que antes de la protección crecían de otra manera, carecían de esta posibilidad).
El educador para conseguir sus fines ha de ser empático es decir saberse poner en el lugar del otro. La idea es que los niños aprenderán por contacto o por identificación.
Otro de los ejes del trabajo que tiene un peso importante es lo que se ha dado en llamar dinámica de la vida cotidiana. Curiosamente la así llamada dinámica no es más que una rutinización automática del día a día que el educador es el encargado de gestionar. Gestionar cada una de las horas del niño y también gestionar lo emocional, gestionar lo carencial y gestionar lo urgente , produciéndolo. Gestión es el nombre que adquiere su acción.
(…) Esto ubica al otro del niño en una función de control que excluye la posibilidad del acto educativo. Todo se reduce a acciones y también a actuaciones.
(…)El gestionar convierte a los chicos a atender en usuarios de esa gestión pero hay que señalar que es el educador mismo el que queda atrapado en una dimensión del trabajo que le retorna como fuente de un gran malestar.”

Pienso que si esta sociedad me ha “acreditado” como educadora, el “serlo” tiene que ver con un compromiso y una ética que va más allá de la “denuncia de un discurso” y creo que es en esto donde se produce el encuentro en este espacio y lo que da lugar a la reflexion, la ética entendida como praxis.
Cuando se denuncia un discurso, sostiene Lacan, no se hace más que perfeccionar su existencia. La ética no es discurso aleccionador, antes es por excelencia praxis y ello remite a la raíz del vocablo ya que ethos es costumbre depauperizada por la moral de los “valores”.

En el “hacer” nos encontramos con la falta y es aquí donde debemos tomar la decisión entre “mortificarnos” en esa falta o “hacer” la diferencia.
Me encantó el espacio y ¡muy bueno! el articulo de de Estanislao Antelo.
Verónica